Tres colectivos cántabros (ARCA, Cantabristas y Cantabria No Se Vende) han puesto en marcha una iniciativa que, bajo el nombre ‘Cantabria Sostenible’ “nace para promover el debate social entre la población, entidades, grupos y asociaciones de todo tipo, ante la grave y preocupante coyuntura a la que se enfrenta Cantabria de progresiva involución territorial, económica y ambiental”.
El grueso de sus quejas se centra en la nueva Ley de Suelo del Gobierno de Cantabria que, como denuncian, “pretende extender la construcción generalizada de viviendas que la costa sufrió en el pasado, a todo el interior de Cantabria. El suelo rural o fértil, base de la vida y de la economía de la comunidad, se convertirá en mero espacio de especulación urbanística perdiendo su naturaleza y función”.
En declaraciones a Castro Punto Radio, Diegu San Gabriel, cooportavoz de Cantabria No Se Vende, ha defendido que “la ley es insostenible ambiental y económicamente, porque degrada el espacio rural y el paisaje, destruyendo un recurso económico básico como es el suelo fértil. Apuesta por la economía improductiva de la especulación y construcción, en lugar de impulsar la economía productiva agraria, ganadera, forestal, agroalimentaria, turística y cultural, garantizando la adecuada ordenación del territorio”.
Insiste en que “hay que recuperar los sectores económicos tradicionales, poniéndolos en valor y desarrollar una industria agroalimentaria es fundamental. No podemos depender de alimentos que vienen de cientos de kilómetros de distancia. Si asfaltamos nuestro suelo fértil perdemos la capacidad de producir los alimentos que necesitamos para vivir. Si agotamos el suelo, hipotecamos nuestro futuro”.
San Gabriel ha sido claro a la hora de afirmar que “viviendas en Cantabria hay muchísimas, el problema es la ocupación y su uso. En lugar de apostar por la restauración o la construcción sostenible, apuestan por llenar Cantabria de urbanizaciones para segunda vivienda. Eso lo que hace es expulsar a la gente de los pueblos. Por ejemplo, en Laredo se ha construido mucho, pero para un turismo de renta media alta y los jóvenes se tienen que ir fuera de su pueblo porque no pueden acceder a las rentas de alquiler o compra”.
Ha añadido que el suelo rural en nuestra comunidad “es un bien limitado y no renovable, que hay que preservar decididamente como recurso estratégico para el futuro de actividades e infraestructuras, y como soporte básico de políticas agroganaderas, forestales y de conservación de la biodiversidad y los ciclos naturales”.
Que a lo largo de las últimas décadas haya disminuido progresivamente la población que trabaja en actividades del mundo rural, “no significa que en el futuro no haya población dispuesta a hacerlo. Si durante siglos el suelo fértil de Cantabria se ha preservado para producir alimentos y servicios ecosistémicos, los poderes públicos tienen la obligación de garantizar su conservación a las generaciones futuras, en lugar de agotar definitivamente este recurso estratégico limitado construyendo en él”.
Estos colectivos señalan que, “como los políticos de Cantabria han fracasado en consensuar un nuevo modelo productivo diverso, estable, digno y sostenible económica y ambientalmente a largo plazo, nos imponen su incapacidad promoviendo la indigna política de la destrucción irreversible de nuestro territorio rural, autorizando actividades y usos que otras comunidades rechazan, por ser contrarios a los principios más básicos de la ordenación territorial y la disciplina urbanística”.
Y recuerdan que, “mientras en el País Vasco y Asturias la construcción en suelo rural está estrictamente prohibida y limitada, Cantabria importa las peores prácticas del modelo urbanístico mediterráneo, apostando por la construcción generalizada y el turismo masivo, con sus consecuencias de destrucción ambiental y precariedad económica. La ausencia de ideas, de visión de futuro, y de dignidad, lleva a nuestros responsables políticos a vender y destruir el recurso identitario más valioso y característico de Cantabria: nuestro territorio rural”.
Con todo, proponen y someten a consideración las siguientes propuestas
1º Retirada del actual proyecto de Ley del Suelo para Cantabria, y derogación de la disposición transitoria 9º de la Ley 3/2.012, que permite la construcción de viviendas aisladas en el suelo rural de la comunidad: disposición frontalmente contraria a las directrices europeas sobre gestión sostenible del suelo rural, y a los principios más básicos de la ordenación territorial y la disciplina urbanística.
2º Realización de un Plan Regional de Ordenación del Territorio que deje de articular el suelo rural desde el urbanismo, y valore en positivo el suelo rural de Cantabria de acuerdo a su naturaleza y función: por su importancia en la conservación de la biodiversidad, su fertilidad para la potencial producción agroalimentaria ganadera y forestal, por el valor cultural, patrimonial y turístico de su paisaje, y por ser el soporte básico para futuras infraestructuras.
Y es que, “aquí primero se aprueba la ley de urbanismo y después ya ordenaremos el desaguisado porque de ese río revuelto pescan el cártel del asfalto, las grandes promotores turísticos o las multinacionales energéticas que pretenden llevar de polígono eólicos nuestros montes”.
Cuando “ya has agotado el suelo y asfaltado, el día de mañana, cuando quieres construir un instituto, un hospital o para zonas verdes, salimos perdiendo las gentes que vivimos y trabajamos aquí porque se privilegian otros intereses antes del común”.
3º El establecimiento de un modelo económico consensuado a largo plazo, diverso, estable, sostenible y digno para Cantabria, que priorice los sectores industrial y primario y abandone los excesos que se están produciendo y pretenden cometer en la construcción dispersa y desordenada, las obras públicas desmesuradas y el turismo masivo.
“Es importante tener un modelo que ponga en valor nuestras fortalezas porque aquí se va improvisando. Por ejemplo, a la hora de producir energía tenemos la fuerza del Cantábrico. Pero no, apostamos por algo que se está viendo que no es eficiente y que es llenar de grandes polígonos eólicos las montañas, destrozando el paisaje, los bosques, afectando a las aves…”.