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CANTABRIA ENTRA EN ALERTA 3 POR COVID-19

LA REGIÓN SE SITÚA EN RIESGO ALTO Y TENDRÁ QUE IMPLEMENTAR NUEVAS MEDIDAS DE RESPUESTA

La evolución de los datos epidemiológicos de las últimas horas eleva a Cantabria hasta el nivel tres de alerta -riesgo alto-, que el Ministerio de Sanidad califica como ‘transmisión comunitaria no controlada y sostenida que excede las capacidades de respuesta del sistema sanitario’.

Cantabria deberá, por tanto, implementar nuevas medidas de respuesta ante la pandemia, sobre todo, referidas al distanciamiento e higiene y prevención, para las que se tendrá en consideración el perfil de riesgo asociado a los diferentes ámbitos de la exposición.

Entre los datos del cierre de la jornada de ayer figuran cuatro de los indicadores en riesgo muy alto como la incidencia acumulada de casos diagnosticados en 14 días, que roza los 400, y la de 65 años o más, que se sitúa en 356. Además, las tasas de ocupación de camas de hospitalización y de cuidados críticos han superado el umbral de riesgo medio y figuran ya en nivel rojo.

La Consejería de sanidad está trabajando en la implantación de las medidas nacionales aprobadas por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud en el documento de actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de COVID-19, que incluyen el cierre de ámbitos de elevado riesgo, reducción de aforos y recomendaciones de autoconfinamiento para familias con miembros de riesgo alto.

Desde la Consejería de Sanidad se insiste en que el riesgo cero de transmisión de COVID-19 no existe y se recomienda evitar todas las actividades de interacción social. Además, es esencial la organización de las relaciones sociales en grupos de convivencia estable o burbujas de convivientes, para el control y prevención de la transmisión del coronavirus.

El objetivo principal de estas recomendaciones es el control y prevención de la transmisión del coronavirus en grupos de personas que se relacionan entre sí de forma preferente y autolimitada.

Desde el punto de vista epidemiológico una burbuja constituye un grupo de personas que se relacionan entre sí generando un espacio de confianza y seguridad.

BURBUJAS DE CONVIVENCIA

Las burbujas de convivencia integran al grupo de convivientes y de personas con necesidades de cuidado del núcleo familiar o núcleo más estrecho de relaciones, que no viven en el mismo domicilio. También podría incluirse a cuidadores o personas de apoyo imprescindibles para prevenir las consecuencias negativas del aislamiento social. Si algún miembro de esta burbuja presenta síntomas o se encuentra mal, todos los miembros del grupo de convivencia deben autoaislarse.

El modelo de burbuja ampliada hace referencia al grupo de convivientes más un grupo limitado de personas, siempre las mismas y no superior a 6 para el conjunto de la burbuja, con las que se mantienen diferentes tipos de relación como parejas sentimentales no convivientes, amistades o familiares cercanos. Por ejemplo, una familia de tres personas solo debería relacionarse con 3 personas más en total.

A menudo, se plantea que el aumento de casos se debe a varios brotes grandes o eventos de superdiseminadores. Los brotes ciertamente juegan un papel, pero también lo hacen los pequeños círculos sociales: amigos y familiares. Una observación de los rastreadores es que las personas a menudo piensan que están haciendo un buen trabajo manteniendo pequeños sus círculos sociales, pero no se dan cuenta de cómo nuestras burbujas pueden estar conectadas por personas que se mueven entre burbujas.

En este grupo, cualquier persona que presente síntomas compatibles con coronavirus debe autoaislarse inmediatamente, incluyendo también el aislamiento de los demás miembros de su burbuja.

Estas recomendaciones se alinean con las medidas aprobadas por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud en el documento de actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de COVID-19 para reducir los contactos sociales fuera los grupos de convivencia estable.

En él se incluye no relacionarse con más de 6 personas más allá de los convivientes; evitar situaciones que propicien los contactos sociales; reducción de aforos en espacios cerrados, y reducir la exposición de los casos, contactos y población general a los factores de riesgo que más se han incrementado y entre los que se incluyen las celebraciones entre no convivientes.

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