En su programa electoral, CastroVerde aboga por habilitar la planta superior del Castillo-Faro en bar y restaurante “como reclamo turístico y para disfrute de la ciudadanía castreña”.
Es una obra que se realizó hace casi dos décadas “con un proyecto que sufrió innumerables modificaciones, adjudicaciones sin contrato y reclamaciones millonarias”, destaca la formación política. “Incluso a CastroVerde, gobernando el Ayuntamiento, le tocó abonar a finales de 2017 los más de 700.000 euros pendientes, según determinaron los tribunales”.
En aquel momento “se intentó afrontar su puesta en servicio, pero la situación económica nos llevó a priorizar obras como los túneles de Ocharan. Sin embargo, se presupuestaron las actuaciones pendientes y se llegó a contactar con renombrados restauradores que reafirmaron el interés en instalarse en este emplazamiento único”.
“Sin embargo”, señala CV, “en los últimos años de bonanza no se ha seguido con la idea de abrirlo y vemos por contra que se ha priorizado en obras de dudosa calidad y nula gestión, como el cambio de pavimento del paseo de Ostende (ya va por 675.000 euros) o el túnel del Vizconde (casi 500.000 euros)”.
CastroVerde afirma que “la instalación aún puede aprovecharse y situaría a Castro como un referente dada su ubicación privilegiada con una terraza que asoma a la iglesia de Santa María y un mirador incomparable de nuestra bahía y del Cantábrico. La puesta en servicio requiere, además de algunas inversiones, modificar el convenio con Puertos del Estado, propietaria del edificio, para que lo ceda al Ayuntamiento para la actividad del restaurante, además de para actividades culturales como está actualmente”.