Hoy se conmemora el Día Internacional de la Tuberculosis, una enfermedad que, según datos del Gobierno de Cantabria “continúa en trayectoria descendente”, pero que sigue presente en nuestra comunidad autónoma. En 2020 se notificaron 43 casos, lo que suponen 7,3 por cada 100.000 habitantes.
En Castro Punto Radio hemos hablado con el doctor Miguel Zabaleta, neumólogo en el Hospital de Valdecilla. Ha dicho que la enfermedad “se relaciona con el nivel socio sanitario y, Cantabria, está bien dotada sanitariamente y su dotación social está a nivel de países del primer mundo. Las tasas que manejamos van disminuyendo y estamos en unas cifras que no son comparativamente malas si miramos a otros países en circunstancias más desfavorecidas. En este sentido, estamos en el rango medio si nos comparamos con otras comunidades de España”.
Ha añadido que “es la primera enfermedad infeccionas por causa de mortalidad y anualmente mueren a nivel mundial 1,6 millones de personas. Su problema principal es que pasa desapercibida porque los síntomas se atribuyen a otros procesos o no se les da importancia y los pacientes pueden ir contagiando a gente de su entorno, favoreciendo el mantenimiento de la enfermedad”.
Para detectarla “es fundamental estar alerta a que la tos persistente durante dos semanas sin que haya un proceso catarral con mucosidad, es síntoma de que hay algo que hay que mirar, que puede ser tuberculosis u otros problemas graves como cáncer de pulmón”.
El germen de la tuberculosis “es de crecimiento muy lento y los pacientes enfermos ahora se han contagiado hace unos años atrás”. Por tanto, de notarse el uso actual de la mascarilla, será en unos años. Ha dejado claro que “es curable, pero el tratamiento es con varios medicamentos, se debe cumplir de forma estricta y es largo, al menos seis meses”.
Por otro lado, “está el tratamiento de aquellas personas que, estando infectadas, no han caído enfermas porque hay infecciones sin enfermedad. A largo plazo, esa infección puede llevar a que el paciente caiga enfermo en un momento futuro si sus condiciones de salud cambian y se deteriora su inmunidad”. Para prevenir eso “tenemos otra política que es el tratamiento de la infección tuberculosa. Consiste en dar una medicación a aquellas personas que están sanas pero tienen un contagio tuberculoso, para impedir que esa infección latente acabe desarrollándose en enfermedad. No se puede aplicar de forma generalizada y hay que hacer una selección de pacientes y, por ejemplo, son los que van a un trasplante de órgano, los medicados con inmunosupresores, los que tienen silicosis…”.
