26 SEPTIEMBRE 2017 /
Responsables de la Consejería de Educación y Cultura del Gobierno de Cantabria presentaban hace unos días el Plan Estratégico de Dinamización del Arte Rupestre, que tiene como principal objetivo la gestión del patrimonio paleolítico de la región.
En Castro Urdiales hay varias cuevas que presentan pinturas rupestres y que tienen interés cultural y paleolítico.
En este marco hemos hablado en Castro Punto Radio con Roberto Ontañón, director de la Escuela de Prehistoria y del Museo de Prehistoria y Arqueología (MUPAC).
Como ha explicado, este plan “intenta englobar toda la gestión de este tipo de patrimonio cultural y marcar una estrategia con respecto a las cuevas de estas características que hay en la región y que son muchas”.
Varias de ellas se encuentran en nuestro municipio y sobre las mismas ha dado detalles Ontañón. Ha hablado de, al menos, seis que cuentan con algún tipo de resto rupestre repartidas por el municipio y que abarcan un amplio periodo temporal, desde algunas que podrían ser de hace 35.000 años hasta muestras de las fases más avanzadas de este arte, hace unos 11.000 años”.
Se ha referido a “grandes cavidades como La Lastrilla, que está en Sámano. También la cueva de la Hoz en Montealegre, y otras más pequeñas como El Cuco, frente a la plaza de toros, la de Urdiales, la de Los Santos que cuenta con algunas manchas de color, o la cueva Grande de Otañes, que no tiene pinturas pero sí grabados de animales. Un surtido de cuevas bastante diferentes entre sí en cuanto a las características de la propia cavidad y la cronología de las pinturas o grabados que tienen”.
Ninguna de ellas está abierta al público y sobre la posibilidad de hacerlo también ha hablado Ontañón. “Lo primero que hay que determinar es si la cueva y su arte rupestre tienen realmente interés para el público porque no tiene sentido, con los trabajos de inversión y riesgos que requiere, si el conjunto que contienen no va a ser apreciado por el público”. En este sentido ha dejado claro que “hay que distinguir entre el valor patrimonial de un bien, que lo tienen todas las que cuentan con restos, y el valor que tiene de cara a su accesibilidad pública. No es lo mismo de cara al visitante un gran conjunto con figuras reconocibles de animales, que cuevas en las que hay trazos o algunos signos geométricos”.
Además, hay que tener en cuenta la accesibilidad que pueda tener la propia cavidad. “Hay gente que apuesta por que se preparen accesos de tipo espeleológico y esa sería una manera de solventarlo pero, en este caso, tenemos que verlo desde el punto de vista de la rentabilidad socioeconómica. Si merece la pena una cueva en la que van a poder entrar cinco personas a la semana en términos de retorno al territorio. Hay que poner en la balanza todo. Y sobre todo, y más importante, hay que tener en cuenta que la entrada frecuente de personas supone un riesgo para la conservación de la cueva y eso es algo que sabemos”.
Por tanto, en caso de que haya un sitio que merezca la pena ser expuesto a la visita pública en persona y así se decidiera porque las condiciones son favorables, “habría que hacer estudios, que deberían durar por lo menos un ciclo anual con sus cuatro estaciones, para conocer cómo es el ecosistema. Saber cómo funciona esa cueva y luego cuál es la influencia potencial de la entrada de personas. Es una cuestión que tiene mucha complejidad y no se puede tomar una decisión de la noche a la mañana”.
Sobre la posible apertura de la cueva de La Lastrilla, en concreto, se ha hablado muchos años. Según Ontañón, “desde el punto de vista climático no tendría por qué suponer problemas y, de hecho, a día de hoy se visita por espeleólogos. Tiene arte rupestre pero no es un conjunto particularmente espectacular, ubicado en una galería alta que para ser visita requeriría de la instalación de alguna escala fija. Es una cueva en la que no habría una dificultad excesiva en poder plantearse una cosa de este tipo siguiendo los protocolos específicos de conservación. Otra cosa es que merezca la pena la visita al arte rupestre en sí”.
De hecho, el director del Mupac “no abriría esa cueva al público sólo para ver el arte paleolítico porque la gente podría incluso decepcionarse. Otra cosa es que se plantee una visita de tipo global, de carácter espeleológico y que como complemento podrían acercarse a la zona decorada”.
Para terminar, ha explicado que todas estas cuevas están cerradas con verjas. “El servicio de Patrimonio Cultural hace revisiones periódicas de esos cierres y después entra en la cueva para ver que no hay ninguna afectación a las zonas decoradas”. Lo cierto es que, en varias ocasiones, se atenta contra esos cerramientos para entrar en las cavidades.
Imagen de la cueva de La Lastrilla.