Un 20 de octubre de hace 42 años los valencianos sufrieron un episodio parecido al que están viviendo en estos momentos, aunque con consecuencias mucho menos catastróficas que las actuales. La noche del 19 al 20 de ese mes se produjo un auténtico diluvio que desbordó el río Júcar y provocó posteriormente la rotura de la presa de Tous, afectando gravemente a los municipios del entorno. En las poblaciones más inmediatas al pantano (Sumacárcel, Gabarda y Benegida) el agua llegó a los ocho metros de altura y la mayor parte de las casas acabaron con graves deficiencias estructurales provocadas por la violencia y la fuerza del agua.
Fueron 40 los muertos que se produjeron, 12 de ellos trabajadores de la central nuclear de Cofrentes, que se vieron sorprendidos por la riada cuando regresaban en autobús a sus casas después del turno de noche. Eran compañeros del castreño Carmelo García que, entonces residía en Requena y que ha contado en Castro Punto Radio cómo vivió aquellos momentos. “Ellos salían del trabajo y yo entraba de mañana. Llovía muchísimo y ya dentro de la fábrica hablamos de la posibilidad de irnos para casa, pero desde el Gobierno nos decían que no era posible y que las carreteras estaban cortadas”.
Fue en ese momento “cuando escuchamos un helicóptero fuera de las instalaciones y al salir a mirar descubrimos lo que había pasado con el autobús de nuestros compañeros. Había gente agarrada a árboles pero el helicóptero no tenía capacidad para rescatarlos en ese momento y, tras un tiempo, se quedó sin combustible. La riada arrastró a esas personas y, de hecho, sus cuerpos nunca aparecieron. Días después se encontraron los restos del autobús, pero estaban completamente sepultados bajo la tierra”.
Ha asegurado que “no fue la envergadura de lo que se está viviendo ahora”, pero sí ha mostrado su preocupación por el futuro y porque situaciones de este tipo se vuelvan a repetir. Carmelo se pregunta “¿cómo metes a la gente otra vez a vivir allí una vez se empiece a normalizar y reconstruir?”. Y es que, “hay un problema, no sólo allí sino en toda España, también en Castro. Se ha construido muy cerca de los ríos y con el cambio climático, estas danas y lluvias torrenciales, puede volver a pasar de nuevo”. Espera que “todo esto sirva para aprender de los errores”, pero lo cierto es que se antoja complicada una reubicación de las viviendas de miles de ciudadanos fuera de las áreas de riesgo.
Carmelo tiene amigos en las zonas afectadas de su etapa viviendo allí. Ha hablado con ellos, y “están bien pero no salen de casa”.