Las muestras de solidaridad desde Castro Urdiales para con los damnificados por la DANA en Valencia se siguen sucediendo y, a las múltiples donaciones de comida y productos de primera necesidad, se están sumando ciudadanos que, a título personal, se están trasladando hasta Valencia para colaborar en lo que sus ciudadanos necesitan.
Mucho se está hablando en los últimos días de la magnífica respuesta que está teniendo la juventud española que, prácticamente en masa, se está acercando a los municipios afectados pala en mano, dando una auténtica lección de solidaridad y de unión por una causa común.
Un gran número de jóvenes castreños están dedicando también sus días libres para sumarse a las labores de limpieza y hoy ha visitado los estudios de Castro Punto Radio uno de ellos, Unai Rincón Villa. Estuvo en el municipio de Masanasa la pasada semana, de miércoles a domingo, y vuelve de nuevo mañana.
En su primer viaje se unió a un grupo de policías locales y ertzainas de Vizcaya entre los que tiene amigos y, en esta ocasión “voy yo sólo y pretendo llevar en mi vehículo todos los productos de primera necesidad que pueda” y en cuya recolección está colaborando el Castro Fútbol Sala.
Ha señalado que los valencianos “necesitan apoyo y muchas manos que ayuden a quitar barro, ya no sólo de las calles, sino de sus viviendas”. Del mismo modo, “es necesaria más maquinaria para ir avanzando porque, se habla mucho de municipios como Paiporta, pero hay otros más pequeños de los alrededores en los que todavía hay mucho trabajo por hacer y que siguen con las calles ocupadas por los enseres que se han sacado de las viviendas”.
Ha dejado claro que “sigue haciendo falta comida en muchos pueblos a los que sólo se permite el acceso de vehículos autorizados y no furgonetas de particulares que traigan esos productos a las zonas cero”.
Con todo, ha contado que en su primer viaje “aparcamos a las afueras de Masanasa y llevamos a mano, como pudimos, todo lo que traíamos hasta los puntos que voluntarios han instalado dentro de los pueblos o lo entregábamos a los afectados que nos lo iban pidiendo directamente”.
De su primera experiencia en Valencia, Unai ha dicho que se queda con la gente con la que ha trabajado allí y con las grandes muestras de agradecimiento de los propios vecinos que “te daban lo que no tenían”. A su llegada ha explicado que “me impactó un poco el descontrol que hay, el olor a fango y esa primera pisada en el barro que te cubre hasta la rodilla. Ahí te das cuenta de cómo está la situación de verdad”.
Hay “montañas de muebles por la calle y te recomiendan que vayas arrastrando los pies porque puede haber clavos o alcantarillas abiertas”. Un trabajo, ha dicho, “de 12 horas sin parar, sacando lodo de calles y de viviendas y respondiendo a cada solicitud de ayuda que nos llegaba”. Ha reconocido que “te centras tanto en ayudar y no perder un solo minuto” que la carga emocional que supone un suceso de esas características la ha vivido una vez ha llegado a Castro. “Contándole a mi madre lo vivido era cuando se me saltaban las lágrimas porque la situación allí es mucho peor de lo que se está contando”.
Sobre la respuesta que han tenido los jóvenes españoles y el reconocimiento social que están recibiendo ha asegurado que se siente bien por un lado, pero mal por otro porque “no sé qué se pensaban de los jóvenes porque no somos frágiles ni mucho menos”.
Mañana vuelve a Valencia y su intención es regresar a Masanasa y, en función de las necesidades que se encuentre, quedarse o moverse por otros municipios.
