10 OCTUBRE 2017 /
El constructor Jon Loroño, gerente de Inmobiliaria Izarra – Promociones Paraíso, ha publicado esta tarde una “carta abierta” en la que ofrece su patrimonio económico para “salvar el Hotel Miramar”, sobre el que pesa una orden de derribo decretada por el Consejo de Ministros.
La misiva se titula: “Los desastres del destino y los caprichos del Urbanismo”, y dice textualmente lo siguiente:
“El conocido hotel Miramar de Castro Urdiales se muere…… nadie lo puede ni quiere salvar de su mal. Como si fuera un descomunal cuerpo de una ballena del Cantábrico varada en la playa de Brazomar , agoniza sin que nadie se acerque a curarla, esperando su defunción , ya con los días contados.
Pero yo me pregunto, al margen de las leyes urbanísticas, de contenciosos y de sentencias firmes y dictámenes de juiciosos arquitectos, si realmente era necesaria y beneficiosa para el bien común su desconcertarte desaparición.
Como en el capricho 40 de los grabados de Goya, el cuerpo yaciente agoniza a la intemperie mientras un asno lo cuida, y mientras tenebrosas sombras lo envuelven y la razón parece que no rige en el cerebro de ese animal que lo custodia atónito.
Los ciudadanos de Castro asistimos atónitos a este ‘funeral’ de un edificio, que independientemente de su estética, de su ubicación y de su mejor o peor arquitectura, pertenece a la memoria histórica de la Ciudad de Castro Urdiales y nos trae gratos recuerdos a todos. Solo por este hecho, hubiera merecido salvarse de la picota.
Yo, que por caprichos del destino vivo aquí desde hace muchos años, me considero un castreño más y amo profundamente a Castro. El otro día paseando por la playa me pareció ver, como en el grabado de Goya, que el enfermo entreabría la boca e intentaba respirar en uno de sus últimos estertores ………………… y me pregunté si todavía podía hacerse algo por salvarle.
Y yo que soy de sobra conocido por mi empresa de promociones y que siempre me he dedicado a construir, no a destruir, voy a lanzar desde aquí una propuesta económica generosa a quien corresponda y tenga el poder y la competencia todavía de poderle salvar a ese edificio de un incomprensible derribo. Como no me gusta permanecer en el anonimato, soy y me llamo Jon Loroño Trabudua, y quiero salvar esa “ballena” de hormigón, a la que se le puede dar muchos usos para disfrute público, por ejemplo culturales y como salas de exposiciones, de las que no estamos precisamente sobrados en nuestro pueblo .
Si releemos aquel documento previo y de información que se redactó en su día, para un “avance” de la futura revisión del Plan General de Ordenación Urbana, que tanta falta hace redactar, sabemos que la ciudad de Castro, que tanto ha crecido estos últimos años, está a falta de equipamientos y servicios públicos urbanos.
Mi compromiso con el patrimonio edificado de los muchos “Paraísos” construidos y con el bienestar de todos los castreños es inequívoco, y desde estas líneas, humildemente propongo a los distintos poderes públicos de Cantabria y a las autoridades competentes en el asunto, establecer de común acuerdo un plan económico de “salvamento” de esa “ballena” agonizante, porque sencillamente creo que vale la pena para todos.
Atentamente.
JON LOROÑO TRABUDUA”