Todo hace indicar que el proyectil hallado el pasado sábado en la zona de Ostende y desactivado y extraído el domingo por la Armada Española procede de la Guerra Civil.
Así lo ha explicado en Castro Punto Radio Alejandro Museros, teniente de navío y comandante de la Unidad de Buceo de Ferrol que se encargó de su desactivación. En concreto, ha hablado de que “el calibre y el tipo de explosivo es una cosa que no suele llevar a equivocaciones”.
A partir de ahí, ha detallado cómo actúa el equipo ante casos de este tipo. Ha dejado claro que “la desactivación de explosivos, tanto en tierra como en mar, tiene muchos riesgos asociados y, al trabajar con bombas o granadas de mortero (como era la de Castro) que están sin explosionar, no sabemos si la espoleta, que es la que da orden de explotar, ha actuado o no. Desconocemos dónde ha estado el fallo y por qué no explotó en su momento, por lo que las operaciones tienen que ser muy seguras”.
El primer paso “es acordonar el entorno. Para ello se hace un cálculo de cuál es la zona de afectación debajo del agua, que en este caso eran unos 300 metros; y después se hacen tres inmersiones”.
La primera “sirve para hacer un reconocimiento de la zona y balizar el proyectil. Después, se lleva a cabo una búsqueda circular alrededor porque muchas veces aparece más de uno. En este caso no había más, con lo que avanzamos a la siguiente fase que ya es la desactivación”.
Para ello “baja un buceador que coloca una carga muy pequeña con la que abrimos el explosivo y le hacemos un corte para que deje de estar operativa la granada. Lo que se llama desbaratarla”.
Pasado un tiempo prudencial, unos 15 minutos, “se realiza la tercera inmersión para comprobar que la desactivación ha sido efectiva y subir el proyectil a superficie. Se coloca en una caja estanca y nos lo llevamos a un campo de maniobras en Galicia donde se hace la desactivación final bajo tierra en condiciones más seguras”.
Ha explicado que “es muy difícil de saber si el explosivo estaba inactivo o no”. Sí ha señalado que, teniendo en cuenta que todo apunta a que proviene de la Guerra Civil, “los primeros años sin actuar se puede volver inestable y, ante una manipulación o golpe, podría explotar. Pero pasados tantos años, normalmente el explosivo está más que caducado”.
Sí “es curioso que estaba muy bien conservado y no tenía mucho recrecimientos de moluscos. Es muy posible que al estar en una zona de piedras y rocas, moviéndose constantemente y al ser un elemento pulido, la vida no tenga tanta facilidad para crecer y adherirse”.
Ha sido muy claro a la hora de señalar que “cuando alguien encuentra un proyectil es importante que no se toque ni manipule. Se puede señalizar con una piedra un plomo o, simplemente tener una idea aproximada de dónde está y después nosotros lo buscamos”.