El director general de Ganadería y Medio Rural del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Cuevas, ha informado en Castro Punto Radio que, durante 2018, “el numero de cadáveres abandonados en montes de utilidad pública y que sirvieron de alimento para las aves necrógafas fue de unos 300”. Esto supone que “debiera ser una cifra suficiente para mantener las colonias de negrófagas. También es cierto que hay un periodo, entre febrero y abril aproximadamente, cuando las necesidades alimenticias de los buitres es mayor porque están criando y esto coincide con un periodo en el que no hay demasiados animales en el comunal. Podría ser este un momento crítico”.
Recordamos que el Gobierno regional publicaba en 2017 la orden que especifica las zonas autorizadas para la alimentación de la fauna silvestre necrófaga con cadáveres animales pertenecientes a explotaciones ganaderas. Un documento que regula dónde y bajo qué circunstancias los ganaderos pueden depositar las cabezas de ganado muertas para que este tipo de aves se puedan alimentar.
Los animales muertos se pueden quedar depositados en cualquier monte de utilidad pública sin necesidad de solicitar permiso alguno. Ahora bien, se deben respetar una serie de distancias establecidas en la orden. Más de 200 metros de los puntos de alimentación suplementaria del ganado; a más de 200 metros de vallados propios de explotación; 1.000 metros de tendidos eléctricos; 4.000 metros de aerogeneradores; más de 200 metros de láminas de agua superficial permanentes, estacionales y manantiales; más de 200 metros de carreteras y caminos transitados y de construcciones humanas no habitadas y a más de 500 metros de viviendas humanas y establos.
Los ganaderos, eso sí, tienen la obligación de comunicar la muerte del animal para darlo de baja y realizar la toma de muestras necesarias.
Según Cuevas, “el número de ataques de buitres no ha ido a más, por lo menos, y las colonias se mantienen en niveles estables. Las denuncias e indemnizaciones por ataques de estas aves no se han incrementado”.
Ha señalado también que “existe una especie de leyenda urbana que dice que el buitre ha cambiado sus hábitos y, al no tener carroña, ha empezado a atacar animales vivos. Esto aún no está demostrado. Existen analíticas especificas que, en un cierto porcentaje de casos, nos permiten distinguir si el animal estaba vivo o muerto cuando fue atacado. Todo hace pensar que el buitre sigue siendo una especie carroñera y que ataca, fundamentalmente, a animales ya muertos o en un grado de extrema debilidad no compatible con la vida”.