Mes de comuniones en Castro Urdiales. Los fines de semana del 11 y 12, 18 y 19 y 25 y 26 de mayo, entre 130 y 140 niños tomarán la Primera Comunión en la iglesia de Santa María, además de los que lo harán en otras parroquias de las Juntas Vecinales.
Sobre todos los preparativos para estos días, hemos hablado en Castro Punto Radio con Chema Salazar, sacerdote de la Parroquia de Castro Urdiales. Ha explicado cómo se decide el día en que cada niño toma la Primera Comunión. “Se hace por sorteo, tratando de que cada día quede equilibrado y haya algo más de 20, 30 en casos excepcionales. Hacia octubre o noviembre ya se hace el sorteo para que la gente sepa, cuanto antes, cuándo le toca y se pueda ir organizando. Si hay un problema de fechas, se da la libertad a los padres para que puedan hacer intercambios entre ellos. De esta manera, para final de año, todos saben cuándo es y ya se han solucionado todos los inconvenientes que hayan podido surgir”.
Estos días previos se realizan ensayos, tanto del coro como de los propios niños con los catequistas y los sacerdotes “para que todo salga bien y para que los pequeños, que están nerviosos como es normal, sepan lo que tienen que hacer, las lecturas, etcétera”.
A partir de ahí, “llega la preparación más importante, que es el viernes antes, con una celebración penitencial para que los que van a hacer la Comunión, que ya se han confesado por lo menos una vez, lo hagan otra y puedan recibir al Señor limpios de corazón”.
Preguntado cómo se enfrentan estos pequeños a la confesión, Salazar ha señalado que “la llevan con más naturalidad que los mayores porque creo que lo entienden mejor. Cuando somos niños, igual sabemos menos cosas, estamos menos maleados por la vida y nos justificamos menos a nosotros mismos”.
La misa de la Primera Comunión “se intenta hacer un poco más dirigida a los niños, algo más estética, que las cosas sean bonitas y con ese tono más infantil”. La intención es que “ellos estén a gusto y sientan que todo les conduce hacia encontrarse y recibir al Señor por primera vez”.
Salazar ha reconoció que, “como siempre, hay cosas mejorables” y se ha referido a “la parte quizá más negativa de ceremonias de este tipo. No tiene que ver con los niños o con los padres sino, a veces, con la gente que va y no sabe bien cómo comportarse. Personas que igual no tienen costumbre de estar en una misa y no se dan cuenta de que hay que mantener un respeto, un silencio. Es desconocimiento, no digo que se haga adrede, sino que, a veces, igual no sabes qué no es normal o molesta, como, por ejemplo, que haya un corrillo que esté de chachara. Hay que ayudar a los niños para que se centren y estén tranquilos. También, quizá con la mejor de las voluntades, hacemos una foto y no hay nada de malo. Lo que pasa es que, si tienes de repente a 40 personas haciendo fotos, eso despista. Esas cosas hay que cuidarlas y la gente, a veces, no se da cuenta”.
Para terminar y ya después de la Primera Comunicación, ha afirmado que la relación de los niños con la Iglesia es variada. “La iniciación cristiana no termina ahí, sino con la Confirmación. Hay varios niños que continúan. También los hay que se desvinculan y luego, siendo un poco más mozos, vuelven para terminar esa iniciación. Luego están los que hicieron la Primera Comunión y la última. Para ser libres nos ha liberado Cristo. Nosotros ofrecemos y la gente acepta o no”.