El Coso Blanco tiene una dilatada historia. A lo largo de varias décadas, varias generaciones de castreños han ido recogiendo el testigo para mantener viva esta fiesta, y algunos de ellos han compartido su memoria con nosotros.
Chechu Arozamena, Juan Liendo, Pedro Quintana y Adolfo Gómez Aldecoa, han formado parte de grupos de carrocistas y con ellos hemos podido repasar historias y anécdotas del Coso Blanco desde finales de los años 60 hasta los primeros 2000.
El cambio de fechas, desde su celebración en agosto hasta el cambio al primer sábado de julio y después al primer viernes del mes. La evolución en el concepto de las carrozas, los materiales que se conseguían, sobre todo, recorriendo obras, escombreras y cualquier lugar en el que se pudiera encontrar madera o cartón. “Sólo se gastaba dinero en alambre y papel”, nos decían. El mítico “engrudo”, mezcla de harina y agua, y el silicato para el pegado; los bocetos, las cuadrillas y los locales en los que se construían, como el actual almacén del Ayuntamiento en la calle Victorina Gaínza. Allí entraban todos los grupos y unos junto a otros sacaban adelante sus trabajos. El poliuretano era artículo de lujo; no se utilizaban espejos ni efectos de ningún tipo; todo era papel, cartón, madera y alambre.
También han hablado del circuito del desfile, recordando lo difícil que era maniobrar en las curvas con aquellos carros, sobre todo cuando el desfile transitaba íntegramente en la zona marítima del Parque Amestoy y las carrozas giraban en torno a la tribuna instalada en medio del recorrido.
La polémica siempre ha estado presente en esta fiesta. La disconformidad de algunos carrocistas con las decisiones del jurado (que durante muchos años estuvo compuesto por personas que no eran de Castro) llegó en algunos momentos a episodios como aquél en el que una carroza fue arrojada al mar.
Muchos recuerdos que puedes compartir tú también a través del siguiente enlace: