15 JULIO 2015 /
Un acto vandálico destrozó el pasado 9 de julio la cabina del radar ubicado en la A8 dirección Bilbao, a 500 metros de la salida de Saltacaballo, dejando el armazón abandonado al lado del hormigonado del suelo, ya que se trata de una cabina que se encontraba vacía desde su instalación el pasado mes de noviembre.
La Guardia Civil, a primera hora de la mañana de ese día, observó que había desaparecido la cabina del radar, por lo que realizó el oportuno atestado. José Miguel Tolosa, jefe provincial de Tráfico de Cantabria, ha explicado la situación en la que se encuentra la investigación: “La Guardia Civil ha realizado el oportuno atestado, ha entregado las diligencias en el Juzgado de Castro y ahora la investigación es un tema de la Policía Judicial. Ver si desde las cámaras que hay en la zona se puede observar algo y demás.”
El lugar elegido para ubicar el radar está en una zona que es accesible desde la parte exterior de la autovía, donde se encuentra un antiguo camino al que se puede llegar con un vehículo, por lo que desde la DGT toma más fuerza esta opción que la de que un coche parase en el mismo arcén de la calzada.
Debido a este acto vandálico, el funcionamiento del radar se retrasará aún más de lo previsto. Se desconoce la fecha ya que la DGT aún no puede concretar los plazos, aunque si han confirmado que no será hasta después del verano.
Tolosa afirma que se trata de un acto relativamente habitual, sobre todo en radares que están a pie de carretera, al igual que cámaras o sensores.
Tras este incidente, desde Tráfico se están planteando instalar otro sistema de control de velocidad más resistente. “Afortunadamente el daño ha sido el menor posible, solamente se ha visto perjudicada la estructura metálica, además, nos estamos planteando poner otros sistemas más sólidos, porque ahora en el mercado los radares que se encuentran en cabina tienen una estructura más resistente ante actos de este tipo”, asegura Tolosa.
La causa de que el radar no se encontrase dentro de la cabina es porque, según Tolosa, al ser su primera instalación, los controles son más complejos ya que se realizan dos, uno en el que se lleva el aparato al Instituto de Metrología y otro que se realiza in situ.
Desde su implantación en noviembre, la caja del radar ha actuado como medida disuasoria, ya que los balances desde que está colocada indican que aunque la zona sigue presentando accidentes, son quizás menos graves: “Accidentes sigue habiendo, porque en cuanto llueve esta zona es deslizante y también por la densidad de circulación que tiene. Con cierta frecuencia hay accidentes, quizás menos graves, ya que llevamos unos cuantos meses que no hemos tenido ningún siniestro mortal, pero sí que es una zona sensible y en ese sentido la limitación de la velocidad la verdad es que estaba muy bien puesta”, ha explicado el jefe provincial de Tráfico.