Como ya hemos informado, el Gobierno de Cantabria va a destinar 4.770 euros a un proyecto de revisión de materiales hallados en la cueva de El Cuco, en Urdiales.
Pedro Rasines, Doctor en Prehistoria e Historia Antigua por la Universidad de Barcelona, es el director de dicho proyecto. En declaraciones a Castro Punto Radio, Rasines ha destacado que el abrigo de El Cuco es “un yacimiento paleolítico de interés extraordinario, con una inusitada riqueza en herramientas de piedra, lo que se denomina Industria Lítica”. La ocupación de la cavidad se enmarca en el denominado “período de transición”, es decir, el que abarca la presencia de los últimos neandertales (hace aproximadamente 45.000 años) y la llegada de los primeros homo sapiens (hace aproximadamente 40.000 años).
El proyecto, que arrancará en breve, consiste en estudiar los materiales arqueológicos hallados en la campaña realizada en El Cuco en 2016 (la primera se desarrolló en 2005), con inventario y descripción de dichos materiales y el estudio de micromamíferos y avifauna de los niveles de la excavación que presentan estas evidencias.
Pedro Rasines ha señalado que esta cueva castreña alberga “el único testimonio convincente de la práctica del marisqueo en esa etapa en la cornisa cantábrica” y, en esta latitud, “es uno de los pocos que existen en toda Europa y toda Asia”. Entre los hallazgos localizados hay un elemento ornamental muy llamativo y singular, un “collar” confeccionado con conchas de moluscos marinos.
El profesor Rasines ha añadido que, hasta el momento, “solo se ha excavado una parte muy pequeña del yacimiento”. De momento hay un vacío cronológico entre la presencia neandertal y la homo sapiens, pero futuras excavaciones podrían recortar ese vacío o incluso eliminarlo. En otros puntos del planeta se ha constatado que ambas especies coincidieron en un mismo lugar y un mismo momento, que interactuaron y dieron lugar al mestizaje. “Hoy en día, la huella genética de los neandertales pervive entre nosotros”.
Recordamos que la cueva de El Cuco fue descubierta en 1966, y estudiada por M. A. García Guinea, que publicó las manifestaciones rupestres en 1968. El vestíbulo posee materiales del período Solutrense y un potente conchero Aziliense y Mesolítico. En el interior hay restos humanos y cerámicas de la Prehistoria Reciente. Contiene grabados, esencialmente representaciones de animales (3 ciervos, 2 cabras, 2 caballos y 2 animales indeterminados). Los grabados son de dos tipos. Por un lado, aparecen grabados de trazo fino representando tanto cabezas como cuartos traseros de varios animales. El otro grupo de figuras es de gran tamaño y han sido realizadas a trazo ancho y profundo, destacando la representación de un gran ciervo completo.