El fiscal del denominado “crimen del cráneo” de Castro Urdiales ha imputado un delito de asesinato con agravante de parentesco a la acusada de decapitar a su pareja, cuya cabeza apareció hace dos años en el interior de una caja que la sospechosa había entregado tiempo atrás a una amiga suya para que se la guardara.
Así se lo ha trasladado este viernes el representante del ministerio público al juez encargado del caso, el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Castro, en una comparecencia en que la acusación particular ha considerado igualmente que la procesada, Carmen Merino, acabó con la vida de su novio, Jesús María Baranda, y que los hechos son constitutivos del citado delito de asesinato y merecedores de la misma agravante.
Además, en la citación convocada tras la transformación del procedimiento para que se juzgue por la Ley del Jurado (a petición de la nueva defensa, tras la renuncia del anterior letrado el mes pasado), las partes ha solicitado que no se practiquen nuevas diligencias de investigación, para no acumular más dilaciones indebidas en la causa, salvo una que está pendiente.
Se trata, según ha podido saber Europa Press por fuentes personadas en el caso, de una pericial caligráfica de un crucigrama de una hoja de periódico que envolvía el cráneo, que su vez estaba dentro de una bolsa y guardado en el interior de una caja de cartón.
La práctica de esta prueba de caligrafía había sido solicitada por la acusación particular, que recurrió la negativa del juez a que se llevara a cabo ante la Audiencia Provincial de Cantabria y que se tiene que pronunciar al respecto.
De todos modos, la defensa ha interesado que el procedimiento prosiga su curso con independencia de la resolución de la Audiencia Provincial y se dé así trámite a las acusaciones para que formulen los correspondientes escritos, reflejando en ellos las penas que reclaman por el delito de asesinato para la acusada.
Carmen Merino se encuentra en prisión provisional en el centro penitenciario de El Dueso, en Santoña, desde el macabro descubrimiento del cráneo. Entre las declaraciones tomadas hasta ahora en sede judicial, que en dos años ha cambiado tres veces de titular, destaca la practicada a la acusada en noviembre de 2020, cuando rompió su silencio para asegurar que no tuvo “nada que ver” con la desaparición y fallecimiento de su pareja.
Añadió que no tenía “ni idea de qué le había podido ocurrir” al hombre, con el que convivía desde hacía siete años en un piso de la calle Padre Basabe de Castro Urdiales, y que ambos “se querían muchísimo”, según remachó.
Además, de acuerdo con la testifical de una mujer, hermana de la que abrió la caja con el cráneo, la procesada le había asegurado tras el descubrimiento que había podido “guardar” la cabeza de su pareja y el “secreto tan gordo” de lo ocurrido meses antes “gracias a las pastillas”.
Foto: Imagen de Carmen Merino custodiada por la Guardia Civil a su salida del Juzgado de Instrucción número 3 de Castro en noviembre de 2020.